Cada año, en el 6 de enero, la Solemnidad de Epifanía, nos abre al año misionero, es la primera gran fiesta misionera: Cristo, luz de las gentes, es la Manifestación del Señor al mundo.
En este año los recordamos de nuevo, oramos por ellos y queremos colaborar con ellos en la tarea misionera que la Iglesia les tiene encomendado. En sus comunidades, la Palabra es proclamada, acogida y celebrada en el domingo que se verá desgranada en vida de Dios durante la semana: los ancianos y enfermos son visitados y se ora con ellos en sus casas, los niños y jóvenes tienen su catequesis, los responsables se reúnen para preparar la celebración siguiente y para dar seguimiento a las tareas de la comunidad. Son ellos (catequistas o delegados de la Palabra los que cuidan y garantizan día a día la marcha de la comunidad. Cuando hay ocasión de la presencia del sacerdote se tiene la eucaristía, los bautismos y las bodas, si las hay. Y el aire de fiesta es aún mayor ese día.
La iglesia en los lugares de misión gasta sus principales energías en formar responsables de las comunidades (catequistas o delegados de la Palabra); los reúne una o dos veces al año para capacitarlos en cursos y talleres y les acompaña en su vida de fe. Ellos son cristianos adultos y ejemplo de fe y de vida creyente: IGLESIA LOCAL EN MISIÓN
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