El matrimonio Ceci y Manu de "Jóvenes para la Misión" nos recuerdan que la mies es mucha y que hacen falta obreros.
¡Tanto por hacer!
Queridos amigos:
No sabéis lo que nos acordamos de vosotros, desde este lugar lo más parecido al paraíso; a vosotros os toca vivir en la selva…
Nosotros estamos bien, en plena época de lluvias. Os aseguro que el nombre le hace justicia; la verdad es que es un problema sobretodo de movilidad. Al llover tanto, los caminos se vuelven inaccesibles y hay cortes de tráfico que afectan a mucha gente sobretodo para viajar a Lima, a esto se une que en muchas partes del país ha habido derrumbes. A nosotros, de momento solo nos ha tocado lluvia y más lluvia, la buena suerte es que normalmente llueve toda la noche y de día en pocas ocasiones (pero, para dejarme mal cuando os escribo estas líneas es de día y lloviendo).
Nuestra labor, al estar en periodo vacacional, ha variado un poco. Estamos aprovechando para hacer más trabajo de ordenador, temarios, página web...
La verdad es que la gente nos cuida muy bien, nos engríe que se dice por acá y están muy pendientes de nosotros. Cecilia ha comenzado a colaborar, dos días por semana, con las señoras de acción social que atienden a más de 120 personas en su mayoría ancianos.
También ha sido un tiempo que hemos compartido con los seminaristas del vicariato de vacaciones “escolares”: vemos juntos películas, karaoke, risas; compartimos rosarios, cantos en la misa, grabando videos de pastoral vocacional... como veis un poco de todo. Os pedimos oraciones por ellos para que perseveren en su vocación tan necesaria en estas tierras.
Al vivir con la iglesia misionera, estamos aprendiendo o -mejor dicho- interiorizamos cosas que sabíamos teóricamente y que ahora le ponemos rostro. Hay una en particular, la falta de vocaciones: un territorio 10 veces la Comunidad de Madrid atendido tan solo por 42 sacerdotes y en muchas ocasiones con caminos inaccesibles; pero os puedo asegurar que se vive con gran naturalidad y alegría, con sencillez; dando gracias a Dios por todo lo que Él nos da.
¡Hay tanto por hacer! En oración nos damos cuenta de todo lo que nos quedamos para nosotros mismos, aquello que no le queremos entregar a Dios; no podemos conformarnos con lo que ya hacemos, “el amor de Cristo nos apremia”, y me doy cuenta de que Jóvenes para la Misión, no debe ser un grupo para sí mismo, la cuestión no es:
¿Qué me aporta el grupo a mí?
La respuesta la encontramos en servir, en darnos [“Amar hasta que duela”, Madre Teresa]. Este grupo existe y existirá en la medida que ayude a la misión “ad gentes”. Tenéis el gran don de conocer muchos testimonios de misioneros, de haber participado en experiencias de misión; conocéis de primera mano la gran necesidad de la Iglesia en tierras de misión, pero ¿para qué? ¿De qué nos sirve todo este privilegio? ¿Para recordarlo, añorarlo, guardarlo en nuestro corazón? O más bien para hacerlo vida.
La misión “ad gentes” necesita de la animación misionera para que sea conocida; para dar voz a los cristianos apartados del mundo, que viven más allá de las periferias; para ayudar a tantos sacerdotes, religiosas y laicos que recorren territorios donde nunca antes oyeron la Buena Noticia. Sé que no digo nada nuevo, nada que no sepáis. La cuestión es: ¿qué aporto yo a la misión?
En la medida en que nosotros nos damos sin reservas, sin medida, encontramos a Cristo.
La misión necesita de gente como vosotros, preocupados de la evangelización de todos los pueblos, preocupados de las necesidades de la iglesia misionera; personas que ofrecen su oración para sostener a aquellos que están abriendo nuevos caminos, para que Cristo sea conocido, para que el amor de Cristo llegue a todos los lugares de la tierra.
¡Ánimo! La mies es mucha y los obreros pocos. Le pedimos a María, Reina de la Misiones, que os ayude y os acompañe siempre.
Un abrazo muy fuerte de vuestros amigos, unidos en la oración y la misión.
Manuel Cuervo Godoy y Cecilia Mª Rey Garbayo son un matrimonio misionero enviado por la Delegación de Madrid a Perú.