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Sep 03

Alfonso Cervera Dueñas nos cuenta su experiencia en Cuba

Joven de la parroquia Sdo. Corazón de Jesús, verano 2015. GRACIAS SEÑOR, GRACIAS...

En una de las reuniones que tuvimos del grupo de JÓVENES PARA LA MISIÓN, supimos que el país elegido desde la Delegación de Misiones de Madrid para la experiencia de verano era Cuba.

Cuando mi mujer me propuso ir a Cuba de misiones, me dio un vuelco el corazón: era una oportunidad única, podría tener mi primera experiencia de misión, no tendría problemas con el idioma y podría vivirlo y compartirlo por primera vez con ella.

En mi vida tengo claro que las cosas no pasan "porque sí"; el Señor nos estaba poniendo ante nuestros ojos la oportunidad de tener una experiencia misionera juntos, como matrimonio.

Tras los nervios de los primeros instantes, quedaron atrás desde el momento que tuve consciencia de que el Señor nos daba la oportunidad de servirle. A partir de este instante todo ha sido obra de Él, todo lo que sucede en mi vida tiene un significado. Me puse en sus manos, deje que Él guiara mi vida, desde entonces noté serenidad y paz, incluso sobre la idea de volar que me aterra.

Inicio el viaje con tranquilidad, una tranquilidad egoísta, sabiendo que la responsabilidad del grupo recaía sobre nuestro compañero y amigo, Manuel.

Al llegar a Cuba, aeropuerto de La Habana, siento la primera de las gracias recibidas por el Señor: la templanza, ante el desmesurado golpe de calor y las primeras vicisitudes del aeropuerto, debo decir que estuve alegre y con paz, sabiendo de antemano lo que me afecta el calor.

La alegría fue desbordante cuando nos encontramos al salir del aeropuerto con las Misioneras de la Caridad; la situación que vivimos con posterioridad, que por momentos podría haber sido desesperante, se tradujo por la paz que trasmitían, en alegría y sosiego. Ya estábamos en Cuba.

Tras una larga noche en el aeropuerto de la Habana hasta enlazar con nuestro vuelo interno, llegamos por fin a nuestro destino, Santiago de Cuba. Allí nos esperaba el que iba a ser nuestro conductor oficial en nuestra estancia en Santiago, Juan.

A partir de ese momento, mi entrega fue total porque sabía que el Señor me estaba pidiendo "déjate llevar por mí que no te abandonaré", y así lo hice.

Desde el aeropuerto fuimos directamente a casa de las Hermanas, donde nos aguardaban sister Hernanda, la superiora, y sister Rosana. Tras las presentaciones, nos dieron de comer y nos explicaron en qué consistiría nuestra misión: Durante las mañanas tendríamos diferentes actividades y por las tardes prepararíamos las del día siguiente, nunca fue así. De aquí nos fuimos a la casa que nos tenían reservada para dejar nuestros equipajes y descansar un poco. A las 18:00 empezaríamos nuestras actividades con ellas, y qué mejor que iniciar nuestra misión en Santiago que con la Exposición del Santísimo, oración de la tarde como ellas la llaman. Es la primera vez que el Señor se me hace presente a través de ellas, están tan llenas del amor de Dios, generan tanta paz y demuestran la alegría de llevar al Señor en sus corazones.

Nuestro día a día comenzaba a las seis de la mañana, para poder estar en casa de las Misioneras de la Caridad e iniciar el día con la Eucaristía, qué mejor manera de empezar que recibiendo al Señor y poniéndonos en sus manos a su entera disposición, seguida de la oración de la mañana. Después nos íbamos a desayunar y a las nueve empezábamos las actividades. Unos días, juegos con los niños de las comunidades de Los Cocos o en las PetroCasas del Sector 3, Pastoral de Salud, visitas a los más enfermos y solitarios de las comunidades, Liturgia de la Palabra, estas actividades siempre las realizábamos acompañados por una de las hermanas o nos asignaban un misionera como Papi San, que en paz descanse, o una de las Misioneras Laicas de la Caridad, actividades que se desarrollaban tanto por las mañanas como por las tardes.

Doy gracias a Dios por haber recibido la gracia del sufrimiento, aceptada sin ninguna queja, de la paciencia; por la gracia de la humildad, para poder aceptar todas las muestras de cariño y generosidad recibidas; por la gracia del servicio, al permitirme ser su servidor ante los más pobres de Cuba, con alegría, sin un gesto de contrariedad, generando cada día paz en mi corazón. Le doy gracias a Dios por haberme dado la gracia del consuelo, por permitirme acercarme al otro e intentar ser capaz de confortarlo, no con grades gestos, sino con un poco de amor del que soy capaz de ofrecer en las pequeñas cosas, sin desaprovechar ninguna de las oportunidades que se nos ofrecen.

Todos los días acabamos nuestras actividades a las 18:00 en la casa de las Misioneras de la Caridad con la Exposición del Santísimo; unas veces meditando en silencio y terminando con las oraciones de la tarde y la mayoría de los días con el Santo Rosario, casi siempre en inglés, con gran dificultad para mí, la meditación, terminando siempre con la oración de la tarde.

Doy gracias al Señor por haber puesto en mi camino a las Misioneras de la Caridad, sister Hernanda, sister Rosana, sister Jessica y sister Joselth María, por nombrar a las hermanas con las que más tiempo pasamos, por su generosidad, cariño, por cómo nos han atendido y cuidado, por su fortaleza, por su ejemplo de incansable servicio, por su gratitud, por su entrega gozosa, por la alegría de llevar al Señor en sus corazones. Le pido a Dios que les siga dando fortaleza y las sostenga.

Doy gracias a Dios por los sacerdotes, misioneros, misioneras laicas y las comunidades que hemos conocido; por su testimonio ejemplar; por hacer presente lo que decía la Beata Madre Teresa de Calcuta, las pequeñas cosas hechas con gran amor; por su tenacidad y perseverancia, comprometidos con la Nueva Evangelización de Cuba. Le pido a Dios que los asista, los fortalezca, les aumente la fe, los consuele y los anime; no es fácil la labor que están realizando, como dicen los obispos Cubanos en su mensaje con motivo del viaje pastoral del Papa Francisco "...a veces parece que viven en un país sin corazón...".

Doy gracias a Dios por todas las personas que hemos conocido, por vivir su cruz con alegría; a pesar de las dificultades por las que pasan han sido muy acogedores, generosos y hospitalarios con nosotros.

Después de la Exposición del Santísimo, regresábamos a casa, cenábamos y antes de acostarnos para afrontar un nuevo día, compartíamos Completas y la acción de gracias personal de cada uno.

Doy gracias al Señor por haberme dado la oportunidad de esta mi primera experiencia misionera, por darme la gracia de haberla podido vivir con mi esposa, por su docilidad, perseverancia, por ser luz en mi vida y ser un instrumento del Señor por acercarme a la misión.

Doy gracias al Señor por permitirme haberla compartido al lado de Cecilia y Manuel, fue una alegría gozosa saber que estarían a nuestro lado. Doy gracias al Señor por haberme puesto en el camino y darme la oportunidad de conocer a Isabel y a Ana, de poder vivir y compartir con ellas esta gran experiencia, de alimentarme de sus vivencias y testimonios.

Esta Misión ha sido, es y será una experiencia inolvidable y doy gracias al Señor por permitirme acercarme a Él, por sentirlo dentro de mí, por ser consciente de que sin Él nada de esto hubiera sido posible, por su paciencia conmigo, por sentir su mano amorosa; a pesar de todas mis miserias y caídas, siento que Él me quiere, guía mi vida con paciencia, misericordia y amor de Padre.

GRACIAS SEÑOR. Alfonso Cervera Dueñas. Parroquia del Sdo. Corazón de Jesús

Intenciones misioneras

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