Joven de la parroquia Sdo. Corazón de Jesús, verano 2015. CUBA TIENE SED
Este verano, un grupo de 6 jóvenes, enviados por la Delegación de Misiones de la Diócesis de Madrid, tuvimos la ocasión de compartir veinte días con las Hermanas Misioneras de la Caridad, en Santiago de Cuba.
Una de las cosas más sorprendentes al llegar, fue la terrible sequía que asola a esa zona de la isla. La escasez de lluvias, en un periodo que, precisamente, debería caracterizarse por ser húmedo, ha provocado larguísimos cortes de agua para la población.
En su labor Pastoral, las Hermanas Misioneras atienden muchas y diversas necesidades y, la de llevar comida y agua, a los niños de la periferia de la ciudad es una de las más frecuentes. Sin embargo, no tuvo que pasar mucho tiempo para comprobar que la sed que calman nuestras queridas religiosas es otra, más urgente y vital: la sed de Dios. Esa misma sed que Jesús crucificado le encomendó a la Madre Teresa que saciara, llevando Su amor a los más pobres de entre los pobres.
En una perseverante tarea de Evangelización, a través de su amor a los más necesitados, las Hermanas llevan la Palabra y el amor de Dios a cada rincón de aquella ciudad. Su tarea se materializa, entre otras actividades, en la atención a niños, a enfermos, a personas desamparadas y en la formación de nuevas comunidades de cristianos. Sin duda, esta última es una de las más necesarias y, a la vez, gratificantes, pues se dirige a un pueblo que, como allí nos dijeron, ha pasado muchos años de obligada abstinencia de Dios y que, ahora, busca al Señor con afán.
Compartir con ellas esa labor misionera y sus momentos de oración ha sido un auténtico regalo del Señor y una profunda experiencia de fe, porque sólo desde la fe que las Hermanas alimentan, a diario, con la Eucaristía y con una oración constante y fervorosa, puede acometerse la ímproba labor que ellas realizan.
Ana Pilar Velázquez Ortiz. Parroquia del Sdo. Corazón de Jesús