Experiencia misionera de verano en Nicaragua
El 5 de agosto de 2014, seis misioneros de la parroquia Santo Tomás Moro de Majadahonda, fuimos enviados en nombre de la Iglesia católica a Totogalpa, Nicaragua.
Un año antes, estuvimos preparando la Misión con Oración y formación, siendo conscientes que nadie puede dar lo que no tiene; así pues, teníamos que dejarnos hacer por Él, sabiendo que no nos íbamos a llevar a nosotros mismos, sino a Jesucristo.
Al llegar a Managua, las hermanas Terciarias Capuchinas nos recibieron. Desde Managua fuimos a Totogalpa, cuatro horas de viaje en un cuatro por cuatro donado por la Conferencia Episcopal Española, estábamos en casa.
El contraste es duro. Encontramos un pueblo humilde, pasando hambre, ya que las ansiadas lluvias no habían llegado aún, pero con una fe profunda y una sed de Dios envidiable.
Ahora toca poner en practica toda la teoría aprendida en Madrid, es hora de llevar la oración y hacerla vida. Y es que sabíamos que no íbamos solos a la Misión, contábamos con la Oración de toda la Iglesia.
Por falta de sacerdotes la parroquia de Santa María Magdalena, estaba regentada por las Hermanas Capuchinas. Ellas son las encargadas de mantener viva la fe de todo un pueblo. Nosotros enviados para ayudar en todo lo posible a las Hermanas.
Nos levantábamos todos los días a las 5:30 de la mañana, teníamos Oración con exposición del Santísimo y después a visitar los distintos sectores.
Cada uno de nosotros sabía muy bien qué debía hacer. Comenzábamos con una oración e impartíamos los distintos talleres, afectividad, biblia, comunicación, relación padres e hijos, liderazgo... etc, la actitud era muy positiva.
Al no tener sacerdote, Joaquín se empleó a fondo: Confesión, Unción de Enfermos, varias celebraciones de la Eucaristía en distintos distritos... "dar la vida por el Evangelio", todo un ejemplo de entrega.
En Totogalpa, por las tardes, nos íbamos de "misioneo" casa por casa. En algunos sectores las sectas hacen estragos en medio de los fieles, y allí en Totogalpa nos encontrábamos sectas como los Testigos de Jehová, Evangélicos y otras tantas. Cuando éramos recibidos rezábamos con la familia (tanto si era católica como si no) y les anunciábamos la Buena Nueva y los invitábamos a las distintas actividades de la parroquia.
Las Hermanas tienen todos los sectores muy bien organizados: en cada sector encontramos Hermanos muy bien preparados, cada uno en la misión que se le había encomendado... ministros de la Palabra, ministros de la Eucaristía, etc.
También participábamos en los grupos de jóvenes, tanto de adolescentes como de niños. Impartíamos catequesis y respondíamos sus dudas. Cuando íbamos a los sectores, también nos acercábamos a las escuelas, donde éramos muy bien recibidos, e impartíamos los talleres a los alumnos y al siguiente día a los padres, para después entablar un diálogo y responder dudas.
Es impresionante descubrir la catolicidad de la Iglesia, y cómo un grupo de españoles pueden sentirse como en casa a tantos kilómetros de distancia. Espero que los que por distintas razones vienen a España puedan decir lo mismo.
Ante un pueblo hambriento y sediento siempre hay una Iglesia Viva acompañando al mismo Cristo clavado en la Cruz.
Tanto humanamente como espiritualmente hemos crecido, y damos gracias a Dios por esta gran oportunidad. Dios mediante, el próximo año ¡volvemos! Unidos en Cristo
Alfonso Rodríguez Padilla, seminarista parroquia de Sto. Tomás Moro, de Majadahonda