Carmen nos cuenta su testimonio misionero desde la Selvas Amazónicas
MISIÓN Y COMUNIDAD
Queridos amigos de Selvas,
Un año más he tenido el regalo y la oportunidad de VIVIR el verano en Misión, lejos de casa, siguiendo el eco a esa llamada...‘SAL DE TU TIERRA'
Y un año más la Misión me trajo la alegría que da salir al encuentro del otro, con el misterio que supone ir a un nuevo lugar, nuevas gentes, otra cultura, costumbres, realidad, y un mismo denominador común siempre: la Comunidad que te cuida, te orienta y te acoge. Y en el centro de esa Comunidad, siempre ÉL, JESÚS, que nos une, nos hermana y nos centra.
He estado en República Dominicana, en la Misión de Santiago, y cuando pienso en las semanas pasadas allí, todo gira en torno a sentirme en Comunidad.
Primero la comunidad de Santa Rosa, donde Dionelli, Aridio, José Antonio y posteriormente Eduardo, los frailes dominicos destinados allí, nos abrieron de manera natural y sencilla, desde la generosidad, las puertas de su casa. Gracias Padre, porque nos hemos sentido en casa, gracias por su acogida, por ese comenzar el día, juntos, con los laudes. Por los momentos de compartir de las comidas, desayunos, conversaciones y recados. Esos momentos de compartir desde lo cotidiano, donde Tú, Jesús, te haces presente, sin ruido, en el día a día de la casa. Gracias por su ejemplo de disponibilidad y servicio, por el cariño que nos han dado y lo mucho que nos han cuidado. Gracias por su testimonio y opción.
También la Comunidad parroquial: que nos acoge, celebra y nos recibe en torno a Ti, Padre, y junto a los frailes como hermanos. Con ellos hemos compartido proyecto, campamento, Eucaristía, y sobre todo la Fé. Gracias Padre por todos ellos; por la alegría que nos han manifestado, por la ilusión puesta en todos los proyectos; por el entusiasmo de los jóvenes, la buena disposición de las familias, la implicación de los laicos y la cohesión de ellos entre sí y con los frailes. Doy gracias a Dios por encontrarme con el regalo de una comunidad VIVA, deseosa de seguirle y de llevar su mensaje allí donde estén; por las ganas que tienen de seguirte, Padre, y por lo mucho compartido con nosotros.
Y también comunidad de los Almácigos, con la alegría de los niños, la expectación por nuestra llegada, el cariño que nos han dado, y esas miradas de complicidad! Gracias por la sencillez de todos ellos; por el proyecto desarrollado allí; por los jóvenes que tiran de él y por la fuerza de las mujeres que conocimos allí y que cuidan de todos. Gracias por todas las familias, por la excursión a la playa y todo lo vivido juntos allí.
Y por supuesto comunidad también con Cris, Elena, Miriam y Lucía, mis compañeras de andanzas... enviadas desde aquí por la comunidad. Gracias Padre por ellas: por su compañía, su alegría y sus zascas y humor.
Desde aquí, recuerdo, REVIVO, y acreciento la experiencia compartida y me siento en comunión con todos ellos.
Misión y Comunidad: imposible separarlo.... GRACIAS PADRE un año más, por el lujo de la MISIÓN.
Unidos en Misión y en Oración
Carmen. Voluntaria